50 años enseñando a conducir
TEXTO :: IÑAKI MIGUEL CAMIO :: DV_27.3.15
Ignacio Otamendi cumplirá en 2016 medio siglo impartiendo cursos al volante
- 1971 fue el año en que se inauguró la Autoescuela Otamendi, aunque en 1966 comenzaron a impartirse clases de conducir en su taller de reparación de motos.
- Su taller de motos de los años 50 terminó siendo una autoescuela
- Su taller de motos de los años 50 terminó siendo una autoescuela
FOTO :: Ignacio Otamendi posa al lado de uno de los Seat 600 que se utilizaban en los años 60 :: I.M.C.
Para ser un barrio tan pequeño, Loiola era un barrio muy dinámico y activo a finales de la década de los años cincuenta. El comercio loiolatarra estaba en auge. Establecimientos de frutas, de comestibles, el legendario Americano, míticos bares como el Loyola, La Brasa, Etxarri o Azpeiti, la carnicería Etxaniz, tienda de fotos, peluquería, droguería... y entre tanto, un joven emprendedor loiolatarra de 22 años abría un taller de motos en la calle Igeltegi, lo que desembocaría en la primera autoescuela del barrio.
Era 1958 cuando, dada su experiencia en mecánica, Ignacio Otamendi dio el paso de abrir un nuevo taller de motos en Loiola. «Había adquirido los conocimientos en Velomoto y también había trabajado con mi cuñado en el taller de motos Garmendia, en frente del Miner». En aquellos tiempos por el barrio se veían bastantes motos Mobiletes, Derbis, Vespinos. Otamendi llevó además el servicio oficial de Vespa y Lambreta. «La gente comenzó a comprar coches más tarde», recuerda. La autoescuela Garmendia, del cuñado de Ignacio, abría sus puertas unos meses después, aunque en la actualidad ya no continúan.
En 1966, Garmendia dividió su local en dos zonas separadas por una mampara. Una de ellas mantenía el taller de reparación, mientras que en la otra se habilitaron mesas y sillas y comenzó a funcionar lo que primeramente se llamó Autoescuela Loyola, que más tarde, en 1971, con el cambio de local a Zubiondo, pasó a llamarse Autoescuela Otamendi. «Los dos primeros coches que tuvimos eran SEAT 600: SS 64509 y SS 64771», rememora.
«Cuando comencé en el mundo de la autoescuela era un gremio aún sin definir, poco reglado y con ciertos vacíos legales. Me saqué el título de director de escuela en el 69, y en el 71 el de profesor». En aquella época para sacarse el carnet había que presentar los antecedentes penales, que habían de ser negativos; y las mujeres, excepto las casadas, tenían que hacer el servicio social.
Como explica Arantza, hija de Ignacio, «tras la larga huelga de autoescuelas de los años 80, que duró cuatro meses, los tres hijos mayores, Miren Iñaki y yo, dejamos de estudiar para incorporarnos a la autoescuela». También Arantza Irastorza, mujer de Ignacio, comenzó a trabajar en el negocio familiar.
Con el viento a favor, Otamendi abrió autoescuelas también en Hernani 1979 y en Astigarraga en 1993. Recuerdan los años setenta y ochenta como los años de más actividad en la autoescuela. Tenían alumnos de toda la provincia, así como de muchas localidades navarras. Mucha gente del barrio, incluso cantidad de militares que estaban de servicio en los cuarteles.
Ahora se está viviendo la época más floja de la historia. Según comentan, la crisis, la falta de empleo y los cambios de hábitos de la sociedad son la causa de la caída en picado de la matriculación de alumnos. «En los viejos tiempos sacarte el carnet era un acontecimiento muy importante. Ahora es una mera asignatura pendiente que no motiva a los chavales», dice Arantza.
El índice de natalidad también es un dato a tener también en cuenta y que no favorece en absoluto. «El nivel de los exámenes ha bajado considerablemente. La parte de mecánica ha desaparecido prácticamente en los industriales; y los alumnos prefieren muchas veces sacárselo por libre ayudándose de internet», explica. A finales de los 80 ampliaron sus instalaciones, y hace escasamente tres años hicieron una reforma general.
Movilidad reducida
Se puede decir que la familia Otamendi es una familia con gran tradición de autoescuela. Los cinco hijos de Ignacio (Miren, Iñaki, Arantza, Nekane y Andoni) poseen la titulación de profesores, aunque en la actualidad sólo tres ejercen. Ofrecen cursos para todo tipo de permisos de vehículos y cursos de transportistas. Su flota cuenta con 7 coches, remolque, camión, tráiler, autobús y 3 motos. Se trata además de una autoescuela que ofrece servicio a las personas con movilidad reducida.
Era 1958 cuando, dada su experiencia en mecánica, Ignacio Otamendi dio el paso de abrir un nuevo taller de motos en Loiola. «Había adquirido los conocimientos en Velomoto y también había trabajado con mi cuñado en el taller de motos Garmendia, en frente del Miner». En aquellos tiempos por el barrio se veían bastantes motos Mobiletes, Derbis, Vespinos. Otamendi llevó además el servicio oficial de Vespa y Lambreta. «La gente comenzó a comprar coches más tarde», recuerda. La autoescuela Garmendia, del cuñado de Ignacio, abría sus puertas unos meses después, aunque en la actualidad ya no continúan.
En 1966, Garmendia dividió su local en dos zonas separadas por una mampara. Una de ellas mantenía el taller de reparación, mientras que en la otra se habilitaron mesas y sillas y comenzó a funcionar lo que primeramente se llamó Autoescuela Loyola, que más tarde, en 1971, con el cambio de local a Zubiondo, pasó a llamarse Autoescuela Otamendi. «Los dos primeros coches que tuvimos eran SEAT 600: SS 64509 y SS 64771», rememora.
«Cuando comencé en el mundo de la autoescuela era un gremio aún sin definir, poco reglado y con ciertos vacíos legales. Me saqué el título de director de escuela en el 69, y en el 71 el de profesor». En aquella época para sacarse el carnet había que presentar los antecedentes penales, que habían de ser negativos; y las mujeres, excepto las casadas, tenían que hacer el servicio social.
Como explica Arantza, hija de Ignacio, «tras la larga huelga de autoescuelas de los años 80, que duró cuatro meses, los tres hijos mayores, Miren Iñaki y yo, dejamos de estudiar para incorporarnos a la autoescuela». También Arantza Irastorza, mujer de Ignacio, comenzó a trabajar en el negocio familiar.
Con el viento a favor, Otamendi abrió autoescuelas también en Hernani 1979 y en Astigarraga en 1993. Recuerdan los años setenta y ochenta como los años de más actividad en la autoescuela. Tenían alumnos de toda la provincia, así como de muchas localidades navarras. Mucha gente del barrio, incluso cantidad de militares que estaban de servicio en los cuarteles.
Ahora se está viviendo la época más floja de la historia. Según comentan, la crisis, la falta de empleo y los cambios de hábitos de la sociedad son la causa de la caída en picado de la matriculación de alumnos. «En los viejos tiempos sacarte el carnet era un acontecimiento muy importante. Ahora es una mera asignatura pendiente que no motiva a los chavales», dice Arantza.
El índice de natalidad también es un dato a tener también en cuenta y que no favorece en absoluto. «El nivel de los exámenes ha bajado considerablemente. La parte de mecánica ha desaparecido prácticamente en los industriales; y los alumnos prefieren muchas veces sacárselo por libre ayudándose de internet», explica. A finales de los 80 ampliaron sus instalaciones, y hace escasamente tres años hicieron una reforma general.
Movilidad reducida
Se puede decir que la familia Otamendi es una familia con gran tradición de autoescuela. Los cinco hijos de Ignacio (Miren, Iñaki, Arantza, Nekane y Andoni) poseen la titulación de profesores, aunque en la actualidad sólo tres ejercen. Ofrecen cursos para todo tipo de permisos de vehículos y cursos de transportistas. Su flota cuenta con 7 coches, remolque, camión, tráiler, autobús y 3 motos. Se trata además de una autoescuela que ofrece servicio a las personas con movilidad reducida.