TEXTO :: IÑAKI MIGUEL CAMIO :: DV_22.6.16
Cajas para pájaros con arte
Una exposición recoge los trabajos de cinco artistas en la casa de cultura
FOTO :: Eneko Etxebeste, Julia Lasagabaster, Adrián Ferreño, Gema Durán y José Alberto Santo Domingo. :: I. M. C.
SAN SEBASTIÁN. ‘Cajas para Pájaros’, de los artistas Gema Durán, Julia Lasagabaster, Adrián Ferreño, José Alberto Santo Domingo y Eneko Etxebeste, es el primer trabajo conjunto que presentan estos autores donostiarras, y lo hacen en torno a la figura del pájaro. La exposición se puede visitar hasta el 27 de julio en la casa de cultura.
Como bien explica el propio Ferreño, «aquí mostramos cinco miradas a vista de pájaro, cada una con la experiencia particular de vivencias externas e interiores sobre el mundo de las aves, que se han ido anidando en nuestro interior con el paso del tiempo». Añade que si hubiera un vínculo de unión de esta exposición, «sería el trabajar el mismo tema y el hacerlo todos nosotros desde la perspectiva no muy usual de aunar poesía y plástica a la vez». Desde el punto de vista más técnico, como comenta José Alberto Durán, licenciado en Bellas Artes, «Cajas para Pájaros es una mirada poliédrica y complementaria que parte de los intereses y trabajos que venimos realizando cada uno de nosotros cinco. Muestra obras realizadas en diferentes disciplinas plásticas. Una visión poética y ensoñadora hilvana el conjunto de las obras. Un esfuerzo imaginativo que aporta una visión original más allá del enunciado de la misma», expone.
Gema Durán tiene un importante papel en la cerámica de las esculturas expuestas. También Alberto, aunque este también dibuja. Julia Lasagabaster se decanta por la pintura, y Adrián se encarga de la pintura y Eneko Etxebeste lleva el peso de las estructuras y construcciones. Entre todos forman la instalación, el collage y la poesía. Durán, que es ceramista y escultora, entiende ‘Cajas para Pájaros’ como una propuesta metafórica. «Significa indagar y ahondar en la necesidad y la aspiración a ser más libres, crear espacios que nos lo faciliten», explica. «Significa tratar de volar más allá de lo conocido, sin olvidar nuestras raíces, nuestro sentimiento de pertenencia, nuestra necesidad de construirnos un hogar a nuestra medida; significa además ponernos en el lugar de otros que también necesitan volar; una ofrenda simbólica de nuestras pequeñas casas», concluye.
Su compañera Julia Lasagabaster, a quien siempre le ha gustado dibujar y expresarse por medio de la escritura, asegura que cuando pensó en las casas para pájaros «me vinieron a la mente el mirlo que me inspira, los canarios que me encantan y el petirrojo que tengo en el corazón, como si yo misma fuese una casa para ellos». Lasagabaster siente la casa de pájaro como el palacio transparente de la imaginación «donde puedo ver a través, como un espejo donde bailan miles de reflejos y perspectivas, donde tengo libertad para soñar y crear».
A Eneko Etxebeste, siempre le ha llamado la atención la plástica y la fotografía, aunque también ha hecho sus pinitos en la poesía. «La casa, a la vez cobijo y expresión de nuestra idea vital. Los pájaros, ensoñación, deseo de volar, libertad, fragilidad y gran fuerza, todo en un ser admirado y sugerente. El deseo de proteger pero a la vez de interferir en la naturaleza. Las características humanas que aplicamos a las aves al convertirlas en símbolo de libertad, alegría, ligereza. El dominio de un espacio que nos está vedado y por eso nos resulta atractivo: el aire, el cielo... Y finalmente, la poesía. El tema da pie a la expresión poética», explica.
Entre sus motivaciones, «un acabado estético, quizá un poco kitsch y un componente decorativo. El deseo de dar forma a una paradoja con un toque de surrealismo, la generación de imágenes con magnetismo, aunque no tengan una interpretación clara y lo constructivo: el proceso de realización, entre lo digital y lo manual como parte muy importante del proceso, casi tanto como el resultado final», concluye.
Pintar en la calle
El reconocido y veterano pintor Adrián Ferreño explica que en su caso «no ha sido difícil», puesto que declara haber pintado casi toda su obra en la calle, y las aves siempre han estado allí, visual y sonoramente, «muchas veces como única compañía, participando de instantes placenteros, esfuerzos dolorosos, descubrimientos y anécdotas que nos depara la vida sensible de la naturaleza y de la ciudad. Y añadido a estas vivencias ha estado y está, el jugar con nidos, casas, el simbolismo de la emigración, y el color de sus rituales de atracción y apareamiento, más la imaginación, para la fabricación de cuadros al aire libre, o en el estudio, con objetos encontrados o creados ex profeso, y las manifestaciones a través de la poesía, tanto visual como escrita».
Como bien explica el propio Ferreño, «aquí mostramos cinco miradas a vista de pájaro, cada una con la experiencia particular de vivencias externas e interiores sobre el mundo de las aves, que se han ido anidando en nuestro interior con el paso del tiempo». Añade que si hubiera un vínculo de unión de esta exposición, «sería el trabajar el mismo tema y el hacerlo todos nosotros desde la perspectiva no muy usual de aunar poesía y plástica a la vez». Desde el punto de vista más técnico, como comenta José Alberto Durán, licenciado en Bellas Artes, «Cajas para Pájaros es una mirada poliédrica y complementaria que parte de los intereses y trabajos que venimos realizando cada uno de nosotros cinco. Muestra obras realizadas en diferentes disciplinas plásticas. Una visión poética y ensoñadora hilvana el conjunto de las obras. Un esfuerzo imaginativo que aporta una visión original más allá del enunciado de la misma», expone.
Gema Durán tiene un importante papel en la cerámica de las esculturas expuestas. También Alberto, aunque este también dibuja. Julia Lasagabaster se decanta por la pintura, y Adrián se encarga de la pintura y Eneko Etxebeste lleva el peso de las estructuras y construcciones. Entre todos forman la instalación, el collage y la poesía. Durán, que es ceramista y escultora, entiende ‘Cajas para Pájaros’ como una propuesta metafórica. «Significa indagar y ahondar en la necesidad y la aspiración a ser más libres, crear espacios que nos lo faciliten», explica. «Significa tratar de volar más allá de lo conocido, sin olvidar nuestras raíces, nuestro sentimiento de pertenencia, nuestra necesidad de construirnos un hogar a nuestra medida; significa además ponernos en el lugar de otros que también necesitan volar; una ofrenda simbólica de nuestras pequeñas casas», concluye.
Su compañera Julia Lasagabaster, a quien siempre le ha gustado dibujar y expresarse por medio de la escritura, asegura que cuando pensó en las casas para pájaros «me vinieron a la mente el mirlo que me inspira, los canarios que me encantan y el petirrojo que tengo en el corazón, como si yo misma fuese una casa para ellos». Lasagabaster siente la casa de pájaro como el palacio transparente de la imaginación «donde puedo ver a través, como un espejo donde bailan miles de reflejos y perspectivas, donde tengo libertad para soñar y crear».
A Eneko Etxebeste, siempre le ha llamado la atención la plástica y la fotografía, aunque también ha hecho sus pinitos en la poesía. «La casa, a la vez cobijo y expresión de nuestra idea vital. Los pájaros, ensoñación, deseo de volar, libertad, fragilidad y gran fuerza, todo en un ser admirado y sugerente. El deseo de proteger pero a la vez de interferir en la naturaleza. Las características humanas que aplicamos a las aves al convertirlas en símbolo de libertad, alegría, ligereza. El dominio de un espacio que nos está vedado y por eso nos resulta atractivo: el aire, el cielo... Y finalmente, la poesía. El tema da pie a la expresión poética», explica.
Entre sus motivaciones, «un acabado estético, quizá un poco kitsch y un componente decorativo. El deseo de dar forma a una paradoja con un toque de surrealismo, la generación de imágenes con magnetismo, aunque no tengan una interpretación clara y lo constructivo: el proceso de realización, entre lo digital y lo manual como parte muy importante del proceso, casi tanto como el resultado final», concluye.
Pintar en la calle
El reconocido y veterano pintor Adrián Ferreño explica que en su caso «no ha sido difícil», puesto que declara haber pintado casi toda su obra en la calle, y las aves siempre han estado allí, visual y sonoramente, «muchas veces como única compañía, participando de instantes placenteros, esfuerzos dolorosos, descubrimientos y anécdotas que nos depara la vida sensible de la naturaleza y de la ciudad. Y añadido a estas vivencias ha estado y está, el jugar con nidos, casas, el simbolismo de la emigración, y el color de sus rituales de atracción y apareamiento, más la imaginación, para la fabricación de cuadros al aire libre, o en el estudio, con objetos encontrados o creados ex profeso, y las manifestaciones a través de la poesía, tanto visual como escrita».